Ayer se celebró la gala anual de los Premios Goya en la que la gran vencedora resultó ser la película Blancanieves que, con diez estatuillas, consiguió convertirse en la tercera más galardonada de la historia del cine español después de Mar Adentro y de ¡Ay, Carmela!.
En este caso lo que queremos centrarnos es en los mejores y peores momentos de la velada, aquellos que consiguieron su propio protagonismo:
El momento más bochornoso. Sin duda alguna, este honor hay que otorgárselo al error de Adriana Ugarte que se confundió de sobre y anunció como mejor canción a la de Los niños salvajes cuando en realidad correspondía a Blancanieves. Menuda cara se le quedó a ella y ni qué decir a los que les dieron y quitaron el premio en cuestión de décimas de segundo.
El momento más glamuroso. La llegada de las actrices y su paso por la alfombra roja consiguió otorgar elegancia a esta cita y especialmente gracias a mujeres como Paula Echevarría, Ana Milán o Belén Rueda.
El momento más reivindicativo. Tanto la presentadora de la velada, Eva Hache, como los premiados y el Presidente de la Academia (Sánchez Macho) aprovecharon su intervención para manifestarse absolutamente en contra de los recortes llevados a cabo por el gobierno. No obstante, los que a mí me resultaron más directos fueron los de Maribel Verdú y Candela Peña, mejor actriz protagonista y mejor actriz secundaria respectivamente.
El momento más "justo". En concreto dos fueron los instantes que pueden considerarse de justicia: el Goya de Honor a Concha Velasco y la entrega de la primera estatuilla de su carrera al gran José Sacristán como protagonista de la película El muerto y ser feliz.
El momento más metafórico: el juego lingüístico realizado por Eva Hache entre los Pabellones Rey Juan Carlos y Príncipe Felipe con los personajes reales de la Corona.
El momento más caradura. En este caso, las continuas sonrisas del Ministro Wert ante los ataques que recibía por parte de los presentes.
El momento más circense: la supuesta salida de Antonio Resines, en realidad un extra, al escenario sorprendiendo a todos con todo tipo de piruetas.
El momento más emotivo. En este caso la emoción desbordó los Goya con el recuerdo a todos los grandes maestros del cine que este año fallecían lamentablemente como es el caso de Tony Leblanc, Fernando Guillén o Carlos Larrañaga.
El momento más absurdo: ¿Qué hacía Anita Obregón con un vestido nada favorecedor en la alfombra roja?.
En este caso lo que queremos centrarnos es en los mejores y peores momentos de la velada, aquellos que consiguieron su propio protagonismo:
El momento más bochornoso. Sin duda alguna, este honor hay que otorgárselo al error de Adriana Ugarte que se confundió de sobre y anunció como mejor canción a la de Los niños salvajes cuando en realidad correspondía a Blancanieves. Menuda cara se le quedó a ella y ni qué decir a los que les dieron y quitaron el premio en cuestión de décimas de segundo.
El momento más glamuroso. La llegada de las actrices y su paso por la alfombra roja consiguió otorgar elegancia a esta cita y especialmente gracias a mujeres como Paula Echevarría, Ana Milán o Belén Rueda.
El momento más reivindicativo. Tanto la presentadora de la velada, Eva Hache, como los premiados y el Presidente de la Academia (Sánchez Macho) aprovecharon su intervención para manifestarse absolutamente en contra de los recortes llevados a cabo por el gobierno. No obstante, los que a mí me resultaron más directos fueron los de Maribel Verdú y Candela Peña, mejor actriz protagonista y mejor actriz secundaria respectivamente.
El momento más "justo". En concreto dos fueron los instantes que pueden considerarse de justicia: el Goya de Honor a Concha Velasco y la entrega de la primera estatuilla de su carrera al gran José Sacristán como protagonista de la película El muerto y ser feliz.
El momento más metafórico: el juego lingüístico realizado por Eva Hache entre los Pabellones Rey Juan Carlos y Príncipe Felipe con los personajes reales de la Corona.
El momento más caradura. En este caso, las continuas sonrisas del Ministro Wert ante los ataques que recibía por parte de los presentes.
El momento más circense: la supuesta salida de Antonio Resines, en realidad un extra, al escenario sorprendiendo a todos con todo tipo de piruetas.
El momento más emotivo. En este caso la emoción desbordó los Goya con el recuerdo a todos los grandes maestros del cine que este año fallecían lamentablemente como es el caso de Tony Leblanc, Fernando Guillén o Carlos Larrañaga.
El momento más absurdo: ¿Qué hacía Anita Obregón con un vestido nada favorecedor en la alfombra roja?.