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Todos tenemos grabado en nuestra mente que ella, la mujer de Felipe 'el hermoso', era la conocida como 'la loca'. Y es que se nos ha transmitido que desvariaba, que tenía brotes inesperados, que paseó a su marido muerto de un lado para otro... Situaciones y hechos que se han banalizado y que María Lara ha estudiado al milímetro para descubrir que tenían de cierto y de falsedad.
Y es que esas anécdotas y curiosidades nos han hecho que hoy se la siga conociendo, injustamente ya lo digo, de esa manera tan despectiva.
La realidad de Juana I
Desde el primer momento que se comienza a leer esta obra se tiene claro que la historia no ha tratado bien a Juana. Es más, poco a poco, se va descubriendo que esa manera de referirse a ella es fruto de la ambición y el desprecio de quienes la rodearon. En concreto, fue una artimaña que utilizaron para, de cara a la ciudadanía, convertirla en una persona incapaz de ocupar el trono que le correspondía. Trono que muchos querían alcanzar y al que solo desprestigiándola podrían acceder.
En concreto, tres hombres de su familia fueron los que se encargaron de crear el mito de su locura. El primero, su marido, que deseaba ser rey de Castilla y no un simple consorte. El segundo, su padre, Fernando, que quería mantener el máximo poder posible tras la muerte de Isabel. El tercero, su hijo Carlos I, que quiso convertirse en el mayor emperador del momento y para eso tenía que quitarse de su camino a su madre.
Ellos, cada uno a su manera y exagerando situaciones protagonizadas por ella, crearon la idea, y la extendieron, de su enajenación. Es más, incluso favorecieron que su salud mental se viera perjudicada para así conseguir su propósito y que todo el mundo la viera como una mujer incapaz de gobernar. Lo hicieron cada uno a su modo: siéndole infiel constantemente, quitándole el poder, separándola de uno de sus vástagos, encerrándola durante años sin poder ver a sus hijos...
Por tanto, de este modo, queda de manifiesto que Juana, que fue la monarca más culta y preparada de su tiempo, fue vapuleada, defenestrada y tachada de loca por intereses. Nada más.
¿Qué hubo momentos dónde perdió los nervios? ¿Quién no lo haría al descubrir constantes deslealtades y faltas de respeto de su pareja, estando alejada de su primogénito, encerrada prácticamente de por vida o siendo víctima de malos tratos?
Es más, Lara hace algo maravilloso y es desmentir los bulos que siempre han rodeado el periplo del cuerpo de Felipe por nuestro país bajo las órdenes de su esposa. Bulos que dejan claro que ciertas actitudes vergonzantes, bochornosas y fuera de lógica que siempre se han contado, no existieron como tal.
Todo sin olvidar que también la religión contribuyó a demonizar su figura. Lo hizo en el momento en el que ella decidió no seguir los dogmas e imposiciones que el catolicismo quería.
Curiosidades que atrapan
Además de todo lo expuesto, no podemos pasar por alto que en esta obra se ponen sobre la mesa una serie de curiosidades sobre Juana y su círculo que son desconocidas para la gran mayoría de los ciudadanos. Entre ellas un misterio que la rodea: la desaparición del cofre de joyas que tenía siempre consigo y que desapareció ocho días antes de que falleciera, pues ella se encargó de que así fuera. Nunca se encontró.
Asimismo, se desvela que esta reina, que lo fue durante 51 años de Castilla y 39 de Aragón, fue el amor platónico de Enrique VII. Y también que tiene una particularidad notable: de sus seis hijos, todos llegaron a reinar.
Si hay una frase del libro que creo que resume a la perfección el mismo es esta: “Juana habría sido víctima del fanatismo religioso y de la ambición política de sus familiares”.
El único pero que le pongo a este trabajo que hoy te reseño es que, en ocasiones, se quieren dar tantos detalles del contexto que la rodeaban, que se pierde el hilo principal. Tantos datos sobre ciertos personajes no aportan nada para lo que nos ocupa.